sábado, 25 de junio de 2016

Refugiados palestinos

Los refugiados palestinos superan los 5 millones y son los más numerosos del mundo

Los refugiados de Palestina expulsados de sus hogares en 1948 y sus descendientes superan ya los 5 millones, según datos de la Agencia de la ONU para los Refugiados de Palestina en Oriente Próximo (UNRWA).
Constituyen la población de refugiados más grande del mundo y representan el 40 por ciento de los refugiados de larga duración.
Su derecho al retorno a su tierra, a recuperar sus propiedades o a recibir una compensación a cambio de ellas en caso de no querer regresar está reconocido en resoluciones de la ONU como la 194, de diciembre de 1948, pero nunca se ha materializado.
En el Día del Refugiado, que se conmemoró este lunes a nivel internacional, la UNRWA destacó el sufrimiento de una población que ha superado los 5 millones.
Estas personas proceden de los más de 700.000 palestinos víctimas de la Nakba (“catástrofe”, en árabe), la huida forzosa y expulsión de la población palestina en 1948, del entonces recién creado Estado de Israel.
El drama de los refugiados palestinos empezó poco después de que la ONU aprobara el plan de partición de Palestina, en noviembre de 1947.
Con los enfrentamientos entre árabes y judíos, aún bajo el Mandato Británico de Palestina, se produjeron las primeras masacres de civiles en pueblos a manos de milicias judías que sembraron el terror entre la población palestina.
Miles de palestinos huyeron, la mayoría sin tener un lugar en donde cobijarse.
En algunos casos, como el del abuelo de Jihan, profesora de inglés de una escuela de Qalandia (Cisjordania), el hecho de tener tierras en dos puntos de Palestina hizo menos penosa la expulsión.
“Mi abuelo vivía en Al Kunayyisa, cerca de Ramle, pero tenía tierras en Al Tirah, próxima a Ramala, y se trasladaron allí”, explica Jihan a Sputnik Nóvosti.
“En Al Kinayyisa perdieron muchas tierras agrícolas y una casa que nunca más pudieron recuperar”, cuenta Jihan, que tiene estatus de refugiada de la UNRWA.
La mayoría de refugiados palestinos de 1948 confiaron en que su ausencia sería corta y podrían regresar a su hogar, pero no fue así porque Israel confiscó sus propiedades bajo la ley de Propiedades de los Ausentes.
Los refugiados palestinos —la gran mayoría inscritos en la UNRWA, creada en 1949- viven en diversos campos en Cisjordania, Gaza y Jerusalén este que con los años han quedado dentro de ciudades o pegados a ellas.
También hay refugiados que residen en localidades palestinas y desplazados cuyas aldeas dentro del territorio adjudicado a Israel fueron destruidas, pero que pudieron permanecer en el nuevo Estado, y palestinos acogidos en campos de Jordania, Líbano y Siria, entre otros países de Oriente Medio.
De los 1,8 millones de palestinos de Gaza, 1,3 millones son refugiados, según datos de la UNRWA.
Entre los más de 2,5 millones de palestinos de Cisjordania, 942.000 son refugiados.
La inmensa mayoría de los palestinos que vivían refugiados en Siria —unos 560.000- han sufrido un segundo éxodo a causa de la guerra que se inició en marzo del 2011.
El 62 por ciento se han convertido en desplazados internos o han tenido que huir a otros países.
Unos 42.000 palestinos que residían en Siria se han refugiado en el Líbano, que acoge a 490.000 personas.
Los refugiados palestinos carecen de derechos civiles y sociales en el Líbano y tienen un acceso muy limitado al sistema de salud pública y las infraestructuras educativas.
La mayoría dependen de los servicios que les ofrece la UNRWA.
Unos 18.000 palestinos de Siria residen en Jordania, donde hay 2,2 millones de refugiados palestinos.
La mayoría de ellos tiene ciudadanía y cuenta con derechos y servicios.
fuente: LibreRed

viernes, 3 de junio de 2016

LA CRISIS DE LOS REFUGIADOS

por Noam Chomsky
En algunos países existe una verdadera crisis de refugiados. En Líbano, por ejemplo, donde al menos un cuarto de la población total consiste en refugiados de Siria, una ola de refugiados que le siguió a otra desde Palestina e Irak. Otros países de la región, pobres y golpeados por los conflictos, también han debido dar refugio a inmensas cantidades de personas. Entre ellos Jordania y la misma Siria, antes de que se hundiese en un suicidio colectivo.
Sin embargo, los países que han sobrevivido a la crisis de los refugiados no son aquellos que han tenido alguna responsabilidad en la creación de la crisis. El actual fenómeno de los refugiados es, en gran medida, consecuencia de las acciones de los países ricos y poderosos, esos mismos que ahora lloriquean por el terrible peso que les producen unas pocas víctimas de la miseria, a las que fácilmente podrían echar una mano abriéndole las puertas.
La conocida invasión de Irak por parte de Estados Unidos y Gran Bretaña produjo el desplazamiento de cuatro millones de seres humanos, de los cuales la mitad huyeron a los países vecinos. Los iraquíes continúan huyendo de su propio país, un país que ahora es uno de los más miserables sobre la Tierra después de una década de sanciones criminales seguidas de la masacre de los ricos y poderosos que devastaron y arruinaron el país y, por si fuese poco, iniciaron un conflicto sectario que ahora está destrozando el país y la región en mil pedazos.
No hay necesidad de volver a revisar el conocido rol que jugó Europa en Africa, que es de donde provienen las otras olas de refugiados, los que ahora deben pasar por el embudo creado por los bombardeos de Francia, Gran Bretaña y Estados Unidos sobre Libia, acciones que no solo destruyeron el país sino que además lo dejó en manos de milicias que ahora se combaten unas a otras.
Tampoco es necesario volver a recordar el historial de Estados Unidos en América Central, el que produjo terroríficas cámaras de exterminación de las cuales la gente ha intentado escapar desesperada, uniéndose ahora también a las víctimas mexicanas del Tratado de Libre Comercio que virtualmente destruyó la agricultura en ese país, haciéndola inviable en una abierta competencia con la producción de los conglomerados agrícolas estadounidenses, fuertemente subsidiados por el gobierno federal.
La reacción de uno de los ricos y poderosos, Estados Unidos, es presionar a México para mantener alejadas de su frontera a sus propias víctimas, enviándolas de regreso sin misericordia en aquellos casos en que la víctimas logran evadir los controles. La reacción del otro rico y poderoso, la Unión Europea, consiste en chantajear y presionar a Turquía para que mantenga a los sobrevivientes lejos de su fronteras y arree como ganado aquellos que logren escapar del horror hacia campamentos donde son tratados con brutalidad.
Entre los ciudadanos hay honrosas excepciones. Sin embargo, la reacción de los gobiernos es una desgracia inmoral, aun dejando de lado sus responsabilidades en la creación de las circunstancias que han llevado a toda esa gente a huir de sus tierras para salvar sus vidas.
Toda esta vergüenza no es algo nuevo. Basta con considerar solo el caso de Estados Unidos, el país más poderoso y privilegiado de la tierra, rodeado de ventajas incomparables. A lo largo de su historia les dio la bienvenida a los refugiados europeos para que se asentaran en sus tierras, aquellas tierras que antes habían sido tomadas con brutalidad, eliminando a las naciones nativas que antes las ocupaban. Todo eso cambió con la ley de inmigración de 1924, diseñada para excluir a judíos e italianos. No es necesario entrar en detalles. Aún después de la guerra, se les negó la entrada a aquellos sobrevivientes que todavía permanecían en campos de concentración. Ahora los gitanos están siendo expulsados de Francia hacia condiciones desesperantes en la Europa del Este, es decir, están expulsando a los descendientes de las víctimas del holocausto, si es que a alguien le importa.
La vergüenza persiste y no tiene límites. Sin duda, el tiempo para ponerle un punto final a todo eso ha llegado, sin el cual no podremos nunca alcanzar un mínimo de decencia y de civilización.
Traducción de Jorge Majfud.