lunes, 1 de febrero de 2016

Un niño es el mundo entero


por Juan Cruz
La imagen del cadáver diminuto de un niño sirio al que las olas depositan en las costas turcas se clavó ayer en la retina de los europeos como símbolo del drama migratorio. Esa huella gráfica de un naufragio que costó la vida al menos a otro niño —también fotografiado— y a una decena de adultos condensa la gravedad de un fenómeno que está sacudiendo al continente. Más de 23.000 inmigrantes que lograron cruzar el Mediterráneo han arribado a las costas griegas en la última semana. Se trata de un 50% más que en los siete días anteriores. La UE busca medidas de emergencia ante una crisis que desborda a sus dirigentes.
La desesperación que conduce a lanzarse al mar huyendo de la guerra queda plasmada en esa foto del pequeño sirio al que las autoridades turcas encontraron sin vida en la playa de Bodrum. La barca en que viajaba naufragó cuando trataba de cruzar la estrecha franja que separa Turquía de la isla griega de Lesbos.
El destino de los dos niños hallados muertos en la playa ilustra un drama extendido: dos millones de menores sirios viven como refugiados en otros países, según datos de UNICEF. Aunque la mayoría está en territorios vecinos, cada vez son más las familias que deciden llevarlos consigo hacia Europa. Un tercio de los migrantes que desembarcan en Grecia, principal punto de entrada de los sirios, son mujeres y niños, apunta la organización de la ONU.
La crisis migratoria en Europa
“Ninguna persona decente, y más si es padre, puede dejar de sentirse conmovida ante esas imágenes”, afirma el ministro español de Asuntos Exteriores, José Manuel García-Margallo. “En lo que no podemos caer”, añade, parafraseando al Papa, “es en la globalización de la indiferencia”. Pero Margallo no es un espectador, sino un responsable político y, como tal, reconoce que la crudeza del drama le obliga a “buscar soluciones lo más inmediatas y contundentes posibles”. Y ello pasa porque “Europa tenga de una vez por todas una política común en materia de asilo e inmigración”.
Más rotunda se mostró la socialista Elena Valenciano, presidenta de la subcomisión de Derechos Humanos de la Eurocámara. “Es la foto del fracaso de Europa, del mundo desarrollado”, concluyó. “La imagen es la punta del iceberg y a medida que se acerca el problema a Europa somos conscientes, pero en Turquía o Libia llevan años con esta situación”, afirmó Valenciano, para quien Europa no está respondiendo al “primer éxodo del siglo XXI”.
“Cuando hay gente que se asfixia en camiones y llegan cuerpos de niños a la orilla es hora de actuar”, alertó Yvette Cooper, una de las candidatas a liderar el Partido Laborista británico. Cooper pidió al primer ministro David Cameron una mayor implicación de su país —muy reacio a participar en la respuesta europea a esta crisis— para aliviar el drama. “Hemos acogido ya a un número de verdaderos solicitantes de asilo de los campos de refugiados sirios”, respondió Cameron, que aboga por “lograr paz y estabilidad en esa parte del mundo” para solucionar el problema.
Las llegadas alcanzan estos días niveles desconocidos. Grecia ha recibido a más de 23.000 personas en la última semana, lo que representa un aumento del 50% respecto a la anterior, según una estimación divulgada por Frontex, la agencia europea de fronteras. De ellos, 5.400 fueron rescatados en el mar y de otros 55 se encontraron los cadáveres. Dada la proporción de niños transportados por las redes de traficantes, es muy probable que las muertes de menores en el viaje hacia Grecia no constituyan casos aislados.
“Esta ha sido una semana muy negra. Nos entristecen profundamente las muertes de migrantes cerca del puerto libio y en el camión de Austria”, aseguró el director de Frontex, Fabrice Leggeri. Este responsable aludía al camión abandonado en Austria en el que se hallaron los cadáveres de 71 migrantes asfixiados, entre ellos cuatro niños.
Sin el horror de los naufragios como trasfondo, pero con la incertidumbre sobre su suerte, la situación de refugiados en Hungría tampoco remite. Alrededor de un centenar de antidisturbios bloquearon, por segundo día consecutivo, la entrada de migrantes a la estación de Keleti, en Budapest. Los demandantes de asilo tratan de llegar a Alemania porque este país acepta todas las solicitudes de sirios.

Campo improvisado

Los migrantes han organizado en la estación un improvisado campo de refugiados, con familias enteras durmiendo sobre el suelo. Pese a las trabas, muchos llegan a Alemania. Las autoridades germanas han registrado 104.460 solicitudes de asilo solo en agosto, que se suman a las 300.000 recibidas desde principios de año.
Las dimensiones del fenómeno impulsan a instituciones y Gobiernos a ampliar las respuestas, hasta ahora insuficientes. El presidente de la Comisión Europea, Jean-Claude Juncker, presentará la próxima semana un paquete de medidas para implicar más a los Estados en lo que constituye un problema común. Una de las iniciativas sobre la mesa es la creación de un mecanismo permanente para distribuir a los refugiados por todo el club comunitario en situaciones de emergencia como la actual. Los Estados discutirán las propuestas en la reunión de ministros de Interior del próximo 14 de septiembre.
Con información de Miguel González y Manuel Planelles (Madrid) Andrés Mourenza (Estambul) y Pablo Guimón (Londres).

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